jueves, 7 de abril de 2011

IMPROVISACION TEATRAL Y THEATRE SPORT *

* Resumen elaborado por Martín López. 
Ayudante de la cátedra de C Kricun (2007)



En sí la improvisación teatral no debería estar regida absolutamente por principios técnicos, ni estar a merced de agitaciones liberatorias: ambas connotaciones dependen entonces únicamente de la forma en que los hombres (de teatro) organizan sus practicas, es decir las diversas modalidades de su quehacer teatral. La forma teatral que definiría como “la mas radical” por su forma de entender la improvisación dentro de la acción teatral es la del reconocido maestro ingles Keith Johnstone, director, profesor, autor; desarrolló su tarea en el campo de la improvisación principalmente en Canadá, mas específicamente en las ciudades de Calgary y Vancouver. Cansado de ver las canchas de Hockey sobre hielo, (deporte nacional canadiense), llenarse de fanáticos, y de que los teatros estuvieran casi vacíos, él sintió que el teatro se había vuelto pretencioso, razón por la cual el hombre común no asistía a las funciones. Johnstone quería atraer al hombre que iba a encuentros de boxeo o partidos de fútbol, el mismo público para el que Shakespeare había escrito siglos antes. Decidió que sería una buena idea combinar elementos del teatro con los del deporte, creando el Theatresports, con un formato diferente en cada representación y que, llegado el caso, pudiese tener inclusive a los mismos espectadores en varias o en todas sus representaciones (lo cual no deja de ser interesante para las ciudades que cuentan con un caudal reducido de público). Las reglas deportivas fueron adaptadas al contexto del teatro de la improvisación; los equipos competirían para ganar puntos asignados por jueces, y el público sería invitado a vitorear las buenas escenas y cuestionar las decisiones de los jueces, con una estructura rudimentaria: espacio desnudo, improvisadores sin trajes especiales; sin signos distintivos del papel que van a desempeñar y poca luz y sonido, nacía el espectáculo Theatre sports.

Durante el espectáculo los actores improvisan sobre situaciones-juegos cuyos temas son totalmente libres, pero que al mismo tiempo se atienen preferiblemente a ciertas características. De hecho se trata de historias breves normalmente inspiradas en acontecimientos ocasionales y muy accidentales.

El único requisito complejo se refiere al modo de ser en la escena. En efecto, el actor que improvisa en el Theatre sport, debe saber armar su propio proceso creativo de tal forma que las situaciones y las acciones que crea construyan en su interior una dialéctica abierta, que este por lo tanto en condiciones de renovarse (y renovar el espectáculo) continuamente. Según Keith Johnstone, si esto ocurre es por que el actor actúa con absoluta espontaneidad.

En el modelo aplicado por Johnstone existen tres elementos de reflexión.

1) El actor y su espontaneidad, en quien se delegan conjuntamente no solamente (y es natural) el desarrollo de la representación, sino también su “credibilidad”; 2) La necesidad de que el actor cree en el escenario la situación representativa, haciendo referencia solo a reglas de procedimiento, o sea “desprovistas” de contenido ya que su misión es establecer interacciones elementales espaciales y temporales que puedan fortalecer al máximo el proceso creativo del actor mismo; 3) Esta practica se lleva a cabo en un contexto de competitividad, o sea en el ámbito de una competencia entre improvisadores que agota en si el sentido de la representación.

Las intenciones (muchas de las cuales, por otra parte, son transparentes) sobre las cuales se basa este modelo han sido ilustradas por Keith Johnstone durante el curso dictado en Volterra, a través de ejemplos prácticos, encuentros y entrevistas, que me propongo utilizar en la perspectiva de un impacto con el theatre sport que no se limite a considerarlo de “animación” en el sentido amplio de la palabra ni a definirlo como una simple practica de pedagogía teatral.

Johnstone rechaza a los estereotipos, los clichés, y los bloqueos psicofísicos del comportamiento cotidiano, durante los encuentros en Volterra, explico con frecuencia que sus tesis teatrales se basan en el convencimiento que el hombre construye su personalidad a lo largo de su propia maduración, sometido a impulsos de defensa o agresión (según los casos) que son las formas de comportamiento mediante las cuales siempre garantiza una imagen de si mismo a los demás. “El hombre verdadero – dice Johnstone – esta oculto detrás de esta jaula, mas allá de la personalidad. Nuestro ser autentico, es decir nuestro ser espontáneo, esta muy escondido; lo importante es llevarlo al descubierto”.

Pero, ¿por qué y como la espontaneidad del actor esta relacionada con la improvisación?

Keith Johnstone rechaza la sugerencia de Stanislavski de “proporcionar las circunstancias” (como punto de partida objetivo sobre el que se desarrolle la experiencia interior del actor en la improvisación) como condiciones que limiten el potencial de espontaneidad del actor. Según Johnstone, lo que esta en juego en la improvisación es algo mas que el material subjetivo que el actor lleva consigo; se trata mas bien de la combinación del bagaje subjetivo que el actor este en condiciones de lograr gracias a diferentes asociaciones, cuyo alcance es evaluado ya no por la voluntad subjetiva del actor sino por la necesidad intrínseca a la situación determinada por la improvisación.

Si analizamos el comportamiento de los niños, en quienes, según Johnstone, el control lógico y la psicología son menos firmes, se presenta con frecuencia la reacción espontánea, ya que entre menos intervenga la voluntad subjetiva, mas grande será la predisposición a adaptarse, a ser disponibles al libre curso de las situaciones. “El lema de los improvisadores asustados es cuando dudes, di no”. Eso es lo que hacemos en la vida para detener una acción. Luego vamos a Teatro y en todas las situaciones en las que diríamos no en la vida, deseamos ver a los actores ir adelante y decir si. “De tal forma que la acción. “De tal forma que la acción que suprimiríamos en la vida real, empieza a desarrollarse en el escenario”.

El buen improvisador nunca tiende a interrumpir la situación que se le presenta, sino que se pone en condición de facilitar el desarrollo de sus aspectos inesperados, que es exactamente lo contrario de lo que haría una persona en la vida normal. “Los buenos improvisadores son telépatas, cada cosa parece como predeterminada. Esto se debe a que aceptan todas las propuestas y eso es algo que ninguna persona normal haría”.

El actor de Keith Johnstone posee una partitura dramática prácticamente infinita ya que su practica expresiva se basa en la reacción súbita, o sea en el instante mismo en que se desencadena el factor-sorpresa de una situación que se le ha planteado inesperadamente y que el acepta resolver. Por lo tanto que, podemos decir que el actor dentro de esta metodología normaliza lo imprevisto.

Vemos también como la credibilidad de la escena representada según el modelo de Johnstone, no se refiere como en el modelo de Stanislavski al naturalismo de una dramaturgia que llega a la “acción” a través de la vida sino a una naturalidad orgánica que emana de la condición del actor capaz de resistir mediante una ampliación continua de energía y fuerzas expresivas que lo protegen y aíslan del peligro de esa condición que, en la vida cotidiana, lo desestabilizaría.

Por lo tanto, el actor de Keith Johnstone no imita ni repite (inspirándose en su vivencia) una acción, sino que crea directamente en escena el desarrollo de sus propias acciones-reacciones, de acuerdo con un estatuto dramatúrgico que podríamos denominar dúctil, dispuesto a definirse cada vez que al actor se presentan nuevas circunstancias. “El buen improvisador nunca debe controlar el momento futuro de la acción que se esta desarrollando”, ya que se trataría de una actitud que por un lado bloquearía automáticamente la libre asociación del potencial de la imaginación y por otra parte colocaría al actor en una condición de malestar dramático respecto a un futuro cuyo desarrollo no puede controlar.

Cuando en Volterra se le pregunto a Johnstone por que había ideado una practica teatral con una connotación deportiva, este contesto: “En Canadá la gente se enloquece por el deporte, pero no ocurre lo mismo con el teatro cuyo desarrollo consideran demasiado previsible”. Y agregó: “Contrariamente a lo que se podría creer, el Theatre Sport no maleduca al actor, por el contrario lo educa para asumir mayores responsabilidades acerca de su propia presencia en el escenario”. En efecto la naturaleza del juego no es anti-educativa: ella consiste en respetar las reglas del juego y al mismo tiempo en exponerse, por parte del jugador, a una situación de incertidumbre estratégica sobre como ganar respetando las reglas mismas. Roger Callois dice que el modelo del juego conlleva la activación de la vitalidad del jugador, pues, lo que invierte en el juego equivale a un espíritu de iniciativa muy desarrollado frente a situaciones no lúdicas y al mismo tiempo, a un control constante de estas iniciativas que componen la estrategia del jugador en el ámbito del juego.

A través del Theatre Sport, las ideas de Johnstone influenciaron directa o indirectamente a la gran mayoría de los grupos de improvisación, algunos de los cuales evolucionaron hacia la otra forma de teatro deportivo que es el Match de Improvisación.


Fuente: Bandettini, Anna, "Improvisación Teatral y Theatre Sport". Revista Máscara México, Espacio Editorial de Teatro Iberoamericano, 1996.